La caída de los nísperos



El humo era tan delgado como largos eran sus cabellos. Daba piruetas en el aire mientras desaparecía en un suspiro.
Poder oler la nicotina entre sus dedos. Ella, mi amor.
¿Me seguirías amando si te confieso que mis programas favoritos en la televisión son todos de cocina?
¿Que veo maratones de Cheaters los martes?
¿Si a mí nunca me gustó Friends?


Marihuana y moretones, la vida que te ofrezco sólo incluye marihuana y moretones.
Nuestras siluetas se ilustraban por la tenue luz de un microondas que calentaba nuestras tazas con agua para Nescafé.
Hicimos el amor muy brevemente en comparación de todo el tiempo que esperábamos compartir y del cual desistimos.

Mi paciencia tan corta como tus pantaletas.  Mi verga como la pieza de rompecabezas
que le falta a tu entrepierna.
Al igual que en el microondas
de tu amor ya no quedan más que las sobras de ayer
El recalentado tuyo que trago sin mesura.

Me fui quitando capa por capa, como dice un ogro verde, hasta que llegué al color de mi piel. Y tú lloraste como quien pela una cebolla.
Todo se volvió negro. Al principio pestañeé con frecuencia, mezclando el vacio con los constrastes que le da la luz a la silueta de los objetos cuando abrimos nuestros ojos.
Al encender la luz desapareciste del cuarto como cucaracha
Yo me acosté en el suelo, sintiéndome totalmente pisoteado.
Ahora heme aquí, como cada septiembre,
esperando la caída de los nísperos. 

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