Incandescente



Sólo necesitas un vaso de leche fría. Que se te escurra por las comisuras.
Que te gotee por el mentón y te salpique los pezones.
Leer algo de poesía, ver capítulos viejos de Daria.
El verano arrasaba con frutos hojas e hijos. El sol azteca fulminaba a los no creyentes.
“No sé si has escuchado,
pero existe el mito que si te tatúas el nombre de un amante
lo estás sentenciando a la muerte” le dije
mientras señalaba su espalda.
Son veintinueve grados los que marca el termómetro
y llevamos quince días con catorce noches en un hotel del centro histórico del que no hemos salido más que a comprar cigarrillos.
Me pidió que la hiciera sudar para tomar una siesta a gusto. Un sueño profundo.
Fue cuando le enseñé que morder es amar.
Juntamos un 6 con un 9 por falta de creatividad y escasez de condones.
Hundí la cara tanto que cualquiera hubiera pensado que la estaba usando como máscara para esconderme. Pero no, solo era que en su interior estaba más fresco.
¿Era su perro el que estaba aullando ó era ella?
El sorbete ruidoso de una succión
Y cuando se levantó
En sus mejillas infladas escuché los gritos de millones de bastardos.
Asomó sus senos y escupió desde la ventana de un quinto piso.
“tu sabor me da asco” me dijo al tomar su cepillo de dientes con vibrador.
“tu presencia me da asco” sentenció al acostarse.
Puta, al otro día amanecí en el asfalto.

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