Escritores estúpidos. 2/6

Los escritores tenemos una relación amor-odio con los que comparten nuestra profesión, en parte porque nos reflejamos mutuamente, en parte porque no nos gusta nuestra forma de ser y por lo tanto, tampoco la del ajeno. Algo muy curioso que pasa con los escritores es que de solo vernos nos podemos reconocer, saber que ambos practicamos el mismo deporte. Nos conocemos tan bien que hasta podemos hablar de un autor sin haber leído sus libros y estar totalmente en lo correcto, y viceversa. Recuerdo que una amiga una vez conoció a un escritor en Coyoacán. Ella le contó de mí y le dio mi libro, el primero que publiqué. Bastó con que el escritor le diera unas cuantas hojeadas para saber cómo era y así sin más me describió de los pies a la cabeza. Yo, por otro lado, siempre doy críticas de los libros que están en boga sin haberlos leído ni pretender hacerlo en ningún momento. Simplemente me dicen el título ó me enseñan una imagen del escritor y sé de qué trata, hasta cuál es su estructura. Suena muy poco apremiante este concepto pero ¿qué les puedo decir? Es verdad, o al menos en gran parte, pero no es algo en lo que pensemos mucho tampoco, sólo es un gaje del oficio, como otros oficios tienen los suyos.

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