Ir al cine.

Nada te hace apreciar más la ficción y aborrecer a la realidad como ir al cine. Uno se sienta y tiene enfrente de sí este mundo perfecto con personajes que dicen cosas interesantes con paisajes maravillosos y todo puesto en su lugar. ¿Cómodo no? Precioso. Luego estás tu sentado y te das cuenta que no estás allá dentro sino aquí afuera y lo denotas por la gente alrededor que tose, habla, mastica, estornuda, suenan sus celulares, suben sus zippers, se levantan o hacen gemir a sus novias mientras se las fajan. Gente imperfecta que hace todo menos reducirse al estado de espectador. Por eso ir al cine te demuestra que estás del lado incorrecto de la pantalla, si tú, te equivocaste de realidad.

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